| A WORD FROM THE PASTOR Dear Brothers and sisters: The Peace of the Risen Lord be with you! Why did Jesus leave his disciples forty days after his resurrection? Forty is a significant number in the scriptures. The people of Israel were in the wilderness for forty years in preparation for their entry into the promised land. Elijah fasted for forty days as he journeyed in the wilderness to the mountain of God. For forty days after his resurrection Jesus appeared numerous times to his disciples to assure them that HE had risen indeed and to prepare them for the task of carrying on the work that he began during his earthy ministry. Jesus' departure and ascension was both an end and a beginning for his disciples. While it was the end of Jesus' physical presence with his beloved disciples, it marked the beginning of Jesus' presence with them in a new way. Jesus promised that he would be with them always to the end of time. Now as the glorified and risen Lord and Savior, ascended to the right hand of the Father in heaven, Jesus promised to send them the Holy Spirit who would anoint them with power on the Feast of Pentecost, just as Jesus was anointed for his ministry at the River Jordan. When the Lord Jesus departed physically from the apostles, they were not left in sorrow or grief. Instead, they were filled with joy and with great anticipation for the coming of the Holy Spirit. Jesus' last words to his apostles point to his saving mission and to their mission to be witnesses of his saving death and his glorious resurrection and to proclaim the good news of salvation to the entire world. Their task is to proclaim the Gospel - the good news of salvation - not only to the people of Israel, but to all the nations as well. God's love and gift of salvation is not reserved for a few or for one nation alone, but it is for the whole world - for all who will accept it. The Gospel is the power of God, the power to release people from their burden of guilt, sin, and oppression, and the power to heal, restore, and make us whole. This is the great commission that the risen Christ gives to the whole church. All believers have been given a share in this task - to be heralds of the good news and ambassadors for Jesus Christ, the only savior of the world. We have not been left alone in this task, for the risen Lord works in and through us by the power of his Holy Spirit. Today we witness a new Pentecost as the Lord pours out his Holy Spirit upon his people to renew and strengthen the body of Christ and to equip it for effective ministry and mission world-wide. Fr. Emilio Sotomayor UNAS PALABRAS DEL PARROCO Queridos hermanos y hermanas: Que la Paz de Cristo Resucitado esté con ustedes! ¿Por qué Jesús deja a sus discípulos cuarenta días después de su resurrección? Cuarenta es un número importante en las escrituras. El pueblo de Israel estuvo en el desierto durante cuarenta años en preparación para su entrada en la tierra prometida. Elías ayunó durante cuarenta días mientras iba de camino al monte de Dios. Durante cuarenta días después de su resurrección Jesús se apareció varias veces a sus discípulos para asegurarles que ÉL había resucitado y prepararlos para la tarea de llevar a cabo la obra que comenzó durante su ministerio terrenal. Su partida y ascensión de Jesús fue a la vez un final y un comienzo para sus discípulos. A pesar de que era el final de la presencia física de Jesús con sus discípulos, marcó el inicio de la presencia de Jesús con ellos de una manera nueva. Jesús prometió que estaría con ellos siempre hasta el fin de los tiempos. Ahora bien, cuando el Señor ascendió a la diestra del Padre en el cielo, Jesús les prometió enviar al Espíritu Santo que les ungiría con el poder en la Fiesta de Pentecostés, así como Jesús fue ungido por su ministerio en el río Jordán. Cuando el Señor Jesús marchó, no se quedaron en la tristeza o el dolor. En su lugar, se llenaron de alegría por la venida del Espíritu Santo. Las últimas palabras de Jesús a sus apóstoles apuntan a su misión salvadora ya su misión de ser testigos de su muerte salvadora y su gloriosa resurrección y proclamar las buenas nuevas de salvación al mundo entero. Su tarea es la de anunciar el Evangelio, no sólo para el pueblo de Israel, sino a todas las naciones. El amor y la salvación de Dios no está reservado para unos pocos o para una sola nación, es para todo el mundo - para todos los que quieran aceptarlo. El Evangelio es el poder de Dios, el poder de liberar a las personas de su carga de la culpa, el pecado y la opresión, y el poder de sanar, restaurar y hacernos conjunto. Esta es la gran misión que Cristo resucitado da a toda la iglesia. Todos los creyentes se les ha dado una participación en esta tarea - ser heraldos de la buena noticia y embajadores de Jesucristo, el único Salvador del mundo. No nos ha dejado solos en esta tarea, porque el Señor resucitado trabaja a través de nosotros por el poder de su Espíritu Santo. Hoy somos testigos de un nuevo Pentecostés, el Señor derrama su Espíritu Santo sobre su pueblo para renovar y fortalecer el cuerpo de Cristo y equiparlo para su misión en el mundo. P. Emilio Sotomayor |